#EstaNavidadRegalaAutoras y la necesidad de reivindicar la literatura creada por mujeres
Publicado originalmente por The Objective el 18/12/17.
Mira en tu estantería. Repasa los libros que has leído o regalado este año. Acuérdate de los que estudiaste en el instituto o de los que encontrabas por casualidad en la biblioteca de tu ciudad. ¿Cuántas autoras recuerdas en las cubiertas? ¿Cuántas mujeres firman los libros que han marcado tu vida? Por desgracia, lo más seguro es que esa respuesta sea exigua, en casi todos los casos, insuficiente. Es probable que no te hayas dado cuenta de que para encontrarlas a ellas hace falta en muchas ocasiones un esfuerzo consciente de buscarlas. No porque no existan, que lo han hecho siempre, sino porque han estado ocultas, silenciadas, invisibilizadas.
Su impulsora, la escritora María del Mar González, asegura a The Objective que solo uniéndonos podemos transformar las cosas: “Los cambios tienen que surgir de la concienciación. Cada vez hay más iniciativas que luchan por la visibilidad de las escritoras como son La Nave Invisible, Adopta una autora o #LeoAutorasOct. Muchas veces no nos damos cuenta de que tendemos a leer más autores que autoras por el mero hecho de que se les publica más. Son este tipo de iniciativas las que ponen el foco directamente sobre el problema”.
El movimiento no deja de crecer y recibe más de 100 tuits cada día con recomendaciones. “#EstaNavidadRegalaAutoras está resultando maravillosa, no solo por la alta participación y la gran visibilidad que se está dando a las escritoras, sino porque ha unido a la comunidad lectora, participando escritores y lectores por una misma causa común, hombres y mujeres codo con codo por el cambio“, señala González.
Pero, ¿de verdad están las autoras silenciadas?
“Desde luego. Es un problema que viene de largo y tiene unas raíces tan profundas que aún pueden verse en la sociedad en que vivimos. Durante siglos, la figura de la mujer estuvo invisibilizada en todos los aspectos y sólo a partir de mediados del siglo XX empezaron a contar con derechos fundamentales como el trabajo o el voto. Las obligaciones tradicionales de la mujer han resultado en un menor número de clásicos que la de sus compañeros de generación. Actualmente, el sesgo de género cada vez es más pequeño pero aún nos queda mucho para que la igualdad entre hombres y mujeres sea real“, reflexiona la impulsora de la iniciativa.
Las cifras la respaldan.
Faltan (muchas) mujeres en las grandes instituciones. La RAE se fundó en 1713 y no se admitió a la primera mujer, la poeta Carmen Conde, hasta 1979. En estos más de tres siglos de historia han pasado por los sillones de la RAE 474 académicos. Solo 11 de ellos han sido mujeres. Actualmente hay ocho entre los 46 miembros, con la reciente incorporación este 2017 de la filóloga Paz Battaner. También forman ese 17%: Clara Janés, Aurora Egido, Carme Riera, Soledad Puértolas, Inés Fernández-Ordóñez, Carmen Iglesias y Margarita Salas.
Faltan (muchísimas) mujeres reconocidas en los premios de literatura. Desde el año 2000, solo una mujer ha ganado el Premio Nacional de Narrativa en España: Cristina Fernández Cubas. En estos 17 años, cuatro lo han ganado en Ensayo y cinco en Poesía. Solo tres en la categoría de Letras Españolas, y una de ellas ha sido Rosa Montero este mismo año.
Faltan (sin parar) mujeres en los manuales escolares. Un estudio que realizó la Universitat de València arrojaba ya en 2013 cifras demoledoras: las mujeres solo aparecían en los libros de texto escolares en un 12,8% de las ocasiones. La profesora que realizó la investigación, Ana López-Navajas, habla de una genealogía del conocimiento femenino ocultada. “La presencia de las mujeres en los libros de texto es anecdótica y su ausencia, sistemática. No forman parte de la información relevante ni son protagonistas del relato general que transmite la enseñanza. Su presencia disminuye a medida que los cursos aumentan de nivel”. Se trata de un “sistemático ocultamiento de las mujeres en el relato de la historia“.
Faltan (todas) las mujeres en las calles del Barrio de las Letras de Madrid.
Faltan hombres que lean a mujeres. En su último libro La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres, Siri Hustvedt recoge que “el 80% de lo escrito por mujeres es leído por mujeres”, mientras que la cifra de lectores de libros escritos por hombres es del 50%-50%.
¿A qué nos lleva todo esto? A una literatura incompleta y amputada. A una cultura amputada e incompleta. A una sociedad a la que le han arrancado como referente a la mitad de la población, porque seguimos siendo el 51%.
Y, ¿de verdad siguen siendo necesarias estas iniciativas?
“Cuando llega el momento de alzar la voz como autoras, de que se reconozca nuestro trabajo, nuestra escritura, pueden ocurrir dos cosas: que sintamos que no somos lo suficientemente buenas —el familiar síndrome de la impostora— o que se produzca una sordera colectiva y nadie oiga nuestra voz“, reflexionaba la editora y escritora Carmen G. de la Cueva en un artículo en CTXT. En él, la autora cuenta el camino “autodidacta, torpe y muy accidentado” que emprendió como lectora para encontrar a todas esas escritoras invisibilizadas porque “la genealogía literaria femenina está tan fragmentada y rota que el descubrimiento de autoras dura toda la vida”.
Laura Nuño, del Observatorio para la Igualdad de la Universidad Juan Carlos I de Madrid, redundó en una idea parecida en eldiario.es: “Mientras no se visibilice a las mujeres escritoras, artistas y científicas se lanza el mensaje de que la creación es solo de hombres”.
Y los efectos de la invisibilización de las mujeres no son inocuos. Pueden llegar a ser la base de un orden social excluyente, del techo de cristal, e incluso de la violencia de género. Así lo advierte la investigación de Ana López-Navajas: “La escasa relevancia de las mujeres en los textos escolares transmite con suma eficiencia unos patrones de desigualdad social que fragilizan la posición de la mujer y la dejan en inferioridad de condiciones. Estos patrones están ligados a la falta de referencias socioculturales que se les proporcionan a las chicas. Son estos patrones los que se encuentran en la base de un amplio abanico de comportamientos discriminatorios que van desde la brutalidad de la violencia de género a la sutileza del techo de cristal, asentando, de esta manera, un orden social excluyente”.