Entrevista a Chimamanda Ngozi Adichie
Publicado originalmente en El País Semanal el 1/10/17.
Es el referente más pujante de la lucha contra la discriminación sexual. Su lema “Todos deberíamos ser feministas” ha inspirado a celebridades como Beyoncé y acabó impreso en camisetas de Dior. A caballo entre Nigeria y EE UU, a la autora de novelas tan celebradas como Medio sol amarillo y Americanah no le interesan las teorías, dice, sino “la textura de la vida”.
CHIMAMANDA NGOZI ADICHIE (Nigeria, 1977) escribió sus primeros cuentos a los 7 años. A los 26 publicó su primera novela, La flor púrpura, que, al igual que la segunda, Medio sol amarillo, se desarrollaba en su Nigeria natal. Por ambas, la escritora recibió múltiples galardones y reconocimientos internacionales, aunque el más prestigioso —el National Book Critics Circle Award— llegó en 2013 con Americanah(toda su obra está editada por Literatura Random House).
Adichie se crio en un campus nigeriano. Su padre era profesor y su madre secretaria de admisiones. A los 19 años, puso rumbo a Estados Unidos para continuar sus estudios universitarios en Filadelfia y de esa experiencia surgiría Americanah, que transcurre entre los dos países —el natal y el de adopción— en los que todavía hoy reparte su vida: pasa unas temporadas en Lagos; otras, en Columbia (Maryland). Su tercera novela constituyó un punto de inflexión en su escritura. En ella se tomó la libertad de romper con los límites del género, hablar de la raza, el racismo y la migración en Estados Unidos, de los problemas de la identidad en un contexto de desarraigo.
La fama que precede a Adichie no se debe solo a su literatura, sino a dos populares charlas TED. Tituló la primera El peligro de una buena historia (2009), que suma millones de visionados, y en la que alertaba sobre los estereotipos. Cuando llegó a Estados Unidos, su compañera de habitación en la residencia universitaria le preguntó dónde había aprendido a hablar tan bien inglés —es una lengua oficial en Nigeria, le aclaró—, se quedó muy decepcionada cuando al interesarse por la música tribal que escuchaba, ella le confesó que le encantaba Mariah Carey, y dio por sentado que nunca había utilizado una estufa. Adichie no daba crédito. Pero tras unos meses en el país entendió que esa era la única historia que los estadounidenses escuchaban sobre África: el continente equivalía a majestuosos paisajes y hermosos animales, pueblos envueltos en guerras eternas, hambre, miseria y sida. Su historia sobre África estaba llena de estereotipos. Y no es que los estereotipos sean falsos, defiende. Tan solo incompletos.
En 2012 repitió con Todos deberíamos ser feministas, que tuvo incluso más éxito que la anterior. La charla, sobre feminismo y discriminación sexual, atrajo a Beyoncé, que utilizó parte del texto para una de las canciones de su álbum Lemonade. Dior despachó camisetas con el reivindicativo lema. Convertida en libro, la conferencia fue un éxito de ventas en varios idiomas. Recientemente, ha publicado una secuela: Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo, un libro-carta dirigido a una amiga que le preguntaba cómo inculcar en su hija los valores feministas.
Leer entrevista completa en la edición online de El País Semanal.