Rosa María Calaf: “El principal reto del feminismo es que se nos quiere hacer creer que ya está todo conseguido”
Nuestra habitación de invitadas siempre está lista para recibir a voces referentes del feminismo. Desde Clásicas y Modernas prometemos esforzarnos por ser buenas anfitrionas. Mira quién se ha hospedado recientemente: Rosa María Calaf (1945). Periodista. Reconocida por ser la corresponsal española pionera y más veterana de TVE, medio en el que ha desarrollado su carrera profesional durante cerca de 40 años.
De un tiempo a esta parte, cada vez más medios, incluso algunos que nunca se habían pronunciado al respecto, publican artículos de calado feminista. ¿Crees que se trata de una moda o de un cambio estructural?
De momento, no me atrevería a decir que estamos ante un cambio estructural, pero sí que es positivo. Me permito ser un poco escéptica y desconfiar, porque otras veces ha sucedido que se han subido al carro cuando convenía para luego frenarlo creando un contexto de desprestigio. Se trata de un arma de doble filo: por una parte, es extremadamente positivo que se fomente el debate al respecto y que se hable serenamente del tema; pero por otra representa un riesgo, porque el sistema lo que hace con aquello que le molesta es desacreditarlo o incorporarlo convirtiéndolo en una moda, fagocitándolo o frivolizándolo. Hay que estar atentas: ha pasado a lo largo de la historia muchas otras veces y no solo con el feminismo.
¿Cuáles son las principales dificultades que has encontrado como mujer para desarrollarte como profesional en el periodismo?
Sin duda, el ser una mujer en el año 70 y pretender hacer información de carácter internacional como reportera, cuando solo éramos dos en este país, no fue sencillo. Pero tuve la enorme suerte de no encontrarme a nadie en la jerarquía que frontalmente quisiera cerrarme el paso. Por tanto, me encontré con las mismas dificultades que la mayoría de mujeres que intentan entrar en un ámbito que se considera masculino, que son casi todos. Tienes que demostrar continuamente tu capacidad.
Además, cuando empecé estábamos bajo una dictadura, por lo que la falta de libertades en general era otro gran problema. Obviamente, esto fue cambiando a partir de la transición. Sin embargo, la dificultad para las mujeres es siempre la misma: no puedes bajar nunca la guardia y has de estar en una demostración permanente de capacidad, voluntad, disponibilidad… En definitiva, no se nos permiten fallos.
Si de ti dependiese, ¿qué medidas tomarías para consolidar la igualdad en los medios de comunicación tanto en su funcionamiento interno como en la información que difunden?
Es importante señalar que la igualdad no solo se basa en números, es decir, en poner a más mujeres. La sociedad ha de entender en general y, por tanto, también las redacciones que estamos hablando de una cuestión de justicia. No estamos pidiendo ningún privilegio, sino que se defiendan los derechos de la mitad de la población. Deberíamos aprovechar todo el talento de la sociedad y este no tiene género. A partir de ahí, funcionaría todo mucho mejor y cambiaría la perspectiva totalmente androcéntrica de ahora, cuando el nombramiento de cualquier mujer es siempre opinable o la biografía de una mujer siempre le atribuye unas características que nunca se destacarían en el caso de un hombre.
¿Qué publicaciones o profesionales recomiendas para estar informadas correctamente?
Voy a decepcionar con mi respuesta, porque no puedo decir “leed esto o aquello”. Está claro que hay medios mejores que otros, pero creo que lo importante es que nos demos cuenta de que la calidad de la información es cada vez peor y, por tanto, hay que construirse un sentido crítico para no “comernos” todo lo que nos escupen las pantallas. La primera consigna es que siempre que se recibe un mensaje hay que ver quién lo manda y quién lo paga. También hay que seguir todas aquellas publicaciones y periodistas que vayan demostrando independencia y rigor. Y no solo hemos de buscar aquello con lo que estamos de acuerdo, sino hacer un gran esfuerzo por leer lo contario y, entonces, contrastar.
Estamos en plena cuenta atrás para la celebración del 8M. Este año se está promoviendo una huelga feminista de carácter estatal. ¿Crees que realmente puede marcar una diferencia? ¿Qué expectativas tienes acerca de ella?
Creo que es importantísimo que se haya decidido hacer este tipo de expresión pública, pero me temo que no va a tener la repercusión positiva que debería. Espero y confío en que no será interferida por determinadas actitudes o esa obsesión de descrédito de la que siempre es objeto la defensa de derechos.
En tu opinión, ¿cuáles son los principales retos que afronta el feminismo actualmente?
El principal reto del feminismo es que se nos quiere hacer creer que ya está todo conseguido y, en consecuencia, que hemos de dejar de luchar por ello. Esto sucede en todo el mundo: tanto en esos países donde la mujer sigue muy discriminada, reprimida o anulada, como en esta parte del mundo donde hemos avanzado enormemente en los últimos años. No es verdad ni que no haya nada que hacer ni es verdad que no hay que hacer nada.
Has estado en prácticamente todos los países del mundo: 183, solo te faltan 13. ¿Cuáles te han sorprendido más, tanto positiva como negativamente, en cuanto a la situación de las mujeres?
Negativamente me sorprendió mucho Japón. Me lo imaginaba como un país ultramoderno, ya que toda la tecnología punta está asociada allí. Sin embargo, en la tabla de Naciones Unidas por ejemplo, está por detrás de países africanos en lo que a la condición femenina se refiere. Fue una sorpresa francamente negativa, aunque he de decir que desde el 2013 están tratando de revertir un poco esta situación con un discurso por parte del primer ministro explicando que si la mujer no se incorpora en situación de igualdad a la sociedad, Japón no será capaz de avanzar y salir del estancamiento. Es un reconocimiento público importantísimo.
Positivamente, normalmente lo que te esperas es lo que te encuentras. Pero sí que me ha sorprendido que en países donde hay una represión muy fuerte haya unos grupos de mujeres activistas muy potentes. Así sucede en Pakistán, por ejemplo. O en México, que supuestamente es una democracia y, sin embargo, allí tenemos compañeras en la lucha feminista y en el periodismo que se juegan la vida y la pierden.
Para terminar: tu mensaje para la próxima generación de mujeres como legado sería…
Que todas estén convencidas de que realmente lo único que pretendemos las feministas no es excluir a nadie, sino que las mujeres ocupemos el espacio que nos corresponde como la mitad de la población que somos y que eso no está conseguido todavía y, por tanto, hemos de pelear por ello. No podemos tirar la toalla. Si no, nos abocamos a retroceder.