La directora de orquesta
Duración: 137 min.
Géneros: Biopic, drama.
País: Holanda.
Año: 2018.
Estreno en España: 4 octubre 2019.
Asisto entusiasmada a un momento cultural que podría calificarse de insólito: de pronto las mujeres hemos alcanzado auténtico protagonismo y nuestra contribución a la cultura en épocas pasadas empieza a ser tenida en cuenta. Por otra parte, me inquieta la proliferación de argumentos que muestran el ascenso profesional de una mujer, ya que encierra el peligro de convertirlos en moda, en un producto más que hoy cotiza al alza y mañana quién sabe. Y es que la equiparación de derechos no es en absoluto un asunto frívolo y si ha llegado a librerías y pantallas debería ser para quedarse, al menos hasta que la realidad que refleja quede completamente obsoleta.
La directora de orquesta es la recreación cinematográfica de la vida de Antonia Louisa Brico –anteriormente Wilhelmina Wolthuis– pianista holandesa nacida en 1902, que surgiendo de la nada llegó a altas cotas dentro del mundo de la música, aunque, como es de suponer, muy por debajo de sus merecimientos. Se trata de una biografía singular, por eso resulta sorprendente (tal como ha hecho notar algún crítico y teniendo en cuenta su talento, las dificultades que hubo de superar y su condición, según creo entender, de precursora absoluta en ese terreno) que treinta años después de su fallecimiento sea la primera vez que se aborda.
Nos instalamos en una acción que no da respiro. Y es que resumir una vida entera, con múltiples altibajos de todo tipo, no es tarea fácil: había que poner el énfasis en algún sitio y, a partir de ahí, desarrollar el argumento. Afortunadamente, la guionista Maria Peters no se centra en la superación como tal –dando a entender que todo el que se esfuerza puede conseguir sus objetivos por ambiciosos que sean, culpabilizando así a los que se quedaron por el camino– sino en los numerosos obstáculos que hubo de afrontar Antonia, presentando los esfuerzos del personaje, no como un hecho en sí mismo sino como la consecuencia lógica de aquellos. Obstáculos y zancadillas de toda índole, porque a los prejuicios por su condición femenina se suma el hecho de no encontrar apoyo en su familia adoptiva, viéndose obligada a reinventarse.
En el ámbito de la música, primero tuvo que encontrar a quienes estuviesen dispuestos a enseñarle; y no fue nada fácil estudiar música siendo mujer, si lo logró fue paso a paso, a fuerza de convencer de su valía a cada uno de sus mentores sucesivos. El siguiente reto fue hacerse un hueco como directora de orquesta. Es cierto que se la vetó bastante a menudo, pero sus logros constituyen un auténtico triunfo. No pudo derribar el techo de cristal –tarea imposible por entonces– pero consiguió ensanchar los márgenes permitidos para sí misma y para otras profesionales de la música, ya que fue la fundadora de una orquesta constituida exclusivamente por mujeres. En cuanto a lo personal, su triunfo consiste en encontrar a su familia biológica e construyendo, poco a poco y a fuerza de tesón, una nueva vida, otra identidad más acorde con sus orígenes.
Un relato de época muy bien desarrollado, con una puesta en escena impecable que, al margen de licencias narrativas, constituye un primer acercamiento a una figura histórica que merece la pena conocer más a fondo.