JAZMINA Barrera: “Hay tantas maternidades como madres hay y ha habido en el mundo”
En ‘Linea nigra’ (Pepitas Ed., 2020), Jazmina Barrera impulsa una hoja de ruta contemporánea sobre la maternidad -a caballo entre lo personal y lo colectivo- que concede al libro un claro carácter político. Barrera utiliza un escenario híbrido para reflexionar sobre todos aquellos asuntos que atraviesan el ejercicio de la maternidad, desde la óptica deforme ofrecida por el orden cultural hegemónico, que relega a las madres a categorías inferiores, hasta las estrategias vigentes que buscan asegurar el que las mujeres, que optan por ser madres, ocupen lugares menos prósperos económicamente hablando.
En ‘Linea nigra’ abordas la maternidad, y su ejercicio, desde un texto híbrido que se debate entre distintos territorios, especialmente, el biográfico. El latido de esta obra muestra la maternidad, en toda su dimensión real, al tiempo que establece un marco desde el que reflexionar sobre un asunto que no se trata con la complejidad que requiere. ¿Cómo trabajaste este equilibrio de manera tan precisa y profunda?
Jazmina Barrera: Me interesaba mucho ese diálogo entre mi propia experiencia y otros discursos, en particular los de la literatura, la ciencia, la historia y el arte. Creo en la consigna feminista de que lo personal es político, y en este caso para mí también lo personal es histórico, es estético y es biológico. Y viceversa, el coro de voces de escritoras y artistas que coleccioné en ‘Linea nigra’ interviene directamente en la experiencia subjetiva, la nutre, le da fuerza a través del contraste, de la identificación y la empatía. ¡Al menos eso es lo que traté de hacer!
Uno de los asuntos que mejor reflejas en este título es cómo la maternidad ha sido expulsada del orden cultural. En el caso de ser considerada categoría, siempre es una categoría inferior, deformada, como si sólo interpela a la mujer…
Nada de lo humano me es ajeno, reza el proverbio latino, pero durante muchos siglos en la cultura occidental era más bien así: nada de lo masculino le era ajeno a las mujeres, y casi todas las experiencias femeninas le eran ajenas a los hombres. Lo explica muy bien Ursula K. Le Guin en una cita que uso en el libro:
«Me parece una lástima que tantas mujeres, incluida yo misma, hayan aceptado esta negación de su propia experiencia y hayan reducido su percepción de ella para hacerla calzar, escribiendo como si su sexualidad se limitara a la cópula, como si no supieran nada del embarazo, del nacimiento, de amamantar, de la maternidad, la pubertad, la menstruación, la menopausia, excepto lo que los hombres están dispuestos a oír, nada salvo lo que los hombres están dispuestos a oír acerca del quehacer, la crianza, el trabajo de vida, la guerra, la paz, vivir y morir, como se experimentan en el cuerpo y la mente y la imaginación femeninos».
Hemos ido recuperando esos espacios en la literatura, para darle voz a todas las vivencias que fueron menospreciadas y acalladas durante tanto tiempo. Y hemos ido aprendiendo también a escucharnos, a decir sin vergüenza que nos interesa, que nos importa, que nos sirve y que disfrutamos leer sobre estos temas. Hemos ido aprendiendo a valorar su representación. Aunque todavía falta mucho camino por recorrer.
La selección de lecturas, citas y autoras que forman parte de la arquitectura de ‘Linea nigra’ otorga un carácter muy caleidoscópico, recorres distintos ámbitos en los que las madres se construyen y, en ocasiones, se pierden… ¿Cómo definirías la maternidad?
Es un concepto infinito, inabarcable. Tanto como la muerte, la enfermedad y otras experiencias humanas que por algo han sido representadas, estudiadas y analizadas incontables veces en la literatura, la filosofía y el arte. Hay tantas maternidades como madres hay y ha habido en el mundo. Cada experiencia de maternidad es irrepetible. Cada parto, por ejemplo, es una historia épica, de vida y muerte, de dolor, angustia o felicidad, según sea el caso.
Planteas un juego literario, profundamente bello, en el que apareces como madre e hija, al mismo tiempo. ¿Cómo abordaste este asunto, por otro lado, complejo?
La maternidad me hizo replantearme por completo mi condición de hija. Me obligó a reescribir mi historia con mi madre, llevándola hasta el principio, hasta el parto y esos primeros años de cercanía absoluta, que por desgracia siempre se pierden en el olvido. Por otro lado, me interesaba mucho la confluencia y la transformación de los cuerpos, en particular del cuerpo de mi abuela, de mi madre, el mío y el de mi hijo.
También señalas hacia otras maternidades, lejos de la visión hegemónica del término. Abres foco y amplías la mirada sobre la maternidad, concepto que la publicidad y ciertas políticas públicas se empeñan pacientemente en deformar y manipular.
Persisten los estereotipos, la idea de una maternidad edulcorada, virginal y sacrificada. Y como las mujeres no alcanzan estos estándares imposibles (y también bastante indeseables), sienten que algo está mal con ellas, que algo están haciendo mal. Esto genera mucha angustia y soledad.
En relación con lo comentado anteriormente, parece que la maternidad se sigue utilizando como instrumento de control para mantener a las mujeres dóciles y recluidas en el ámbito doméstico. ¿Qué opinión tienes sobre ese tipo de maternidad abnegada que hace desaparecer a la mujer bajo el velo de ser madre?
Son estereotipos muy convenientes para el régimen patriarcal y capitalista, que no valora económicamente las labores domésticas y de cuidados, que no fomenta una crianza compartida, que no considera permisos de maternidad justos según los tiempos de lactancia que la OMS recomienda, que no reduce las jornadas laborales para que coincidan con los horarios escolares y no hace obligatorios los permisos de paternidad –una medida que está comprobado que reduce la brecha salarial–, entre muchas otras cosas.
En ‘Linea nigra’ también reflexionas sobre cómo el hecho de ser madre hace saltar por los aires la identidad de la mujer que decide ser madre. A veces, sorprende la capacidad de reinvención teniendo tanto en contra, ¿no?
La transformación es total y pasa por lo biológico (está ya comprobado que incluso cuando las maternidades no son biológicas hay en juego transformaciones hormonales y cerebrales), lo psicológico y lo económico. La maternidad modifica además el resto de tus relaciones, tus hábitos y perspectivas laborales, y un infinito etcétera. Además, como los niños cambian tan rápido, la maternidad nos obliga a reinventarnos todos los días. Hace evidente el hecho de que las identidades nunca son fijas, sino múltiples y cambiantes.
El modelo actual -cuando hablo de modelo me refiero al sistema sobre el que hemos asentado la experiencia de la vida- se presenta como un sistema lleno de obstáculos para las mujeres que deciden ser madres. ¿Y cuándo dejarán a las madres ser, simplemente, madres?
Por un lado, existe una presión enorme para muchas mujeres de ser madres, incluso de ser madres más de una vez, para completar la imagen de la familia perfecta, y por otro lado existen todos estos obstáculos que mencionamos. Es un sistema muy contradictorio, en el que el bienestar de las mujeres es lo último que importa.
El cuerpo como conquista también forma parte en la poética de ‘Linea nigra’.
Sabemos en realidad muy poco del cuerpo humano, y menos todavía del cuerpo de las mujeres. El libro quisiera reivindicar el derecho a la curiosidad por el cuerpo, al conocimiento del cuerpo desde lo individual hasta lo colectivo, a partir de la literatura, el arte, la biología y la historia. Y por supuesto también se suma a la lucha por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos.
La soledad y la incomprensión irrumpen en algún que otro fragmento de tu libro. Recuerdo ese empeño titánico por hacer las cosas tal como había que hacerlas según el orden establecido…
La maternidad, en especial al principio, sin una red de apoyo, puede ser una tortura. Muchas veces esa red de apoyo no está dada –debería estarlo, pero no lo está–, en ese caso hay que buscarla o construirla, y eso no siempre es fácil. Más todavía si, como dices, tratas de hacer las cosas fuera del canon.
Y la culpa, ¿qué responsabilidad desempeña en nosotras?
A las madres se les llena de culpa desde el principio. Todo lo que hagas o dejes de hacer puede ser motivo de reclamo. Si trabajas demasiado o si no trabajas, si das leche o fórmula, si decides usar anestesia en tu parto o no, siempre habrá alguien dispuesto a decirte que te equivocas y que habrá consecuencias terribles para tus decisiones. Hay que tratar de navegar todas esas opiniones – el mansplaining en particular – y encontrar un rumbo propio.