Muere una mujer. Juana Gallego
Juana Gallego, profesora en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona, y activa articulista, nos ofrece su primera novela, tras una larga trayectoria como ensayista, recordemos sus Mujeres de papel. De ¡Hola! a Vogue, la prensa femenina en la actualidad (1990), Putas de película. Cien años de prostitución en el cine (2012) o De reinas o ciudadanas. Los medios de comunicación, ¿motor o rémora para la igualdad (2013).
Muere una mujer, retoma irónicamente en su título la manera aséptica en la que la prensa suele dar la noticia de los asesinatos machistas. En esos casos, no se trata de un accidente fortuito, sino de un hecho consecuencia de una intrahistoria, amarga, a menudo ocultada. La novela de Juana Gallego, toma como hilo conductor la violencia sufrida a lo largo de diversas generaciones por mujeres de una misma familia. Un utensilio familiar establece el enlace, a través del tiempo, entre los diferentes sucesos. Pero no se trata de una mera crónica, la autora, a partir del relato de la protagonista, nos ofrece un fresco de la vida de una joven en los años setenta y ochenta, de su infancia en las décadas anteriores, y fruto de su investigación, de la España de la guerra y la postguerra, del ámbito rural a la ciudad, de los orígenes modestos a la clase media, de la formación precaria al medio intelectual, de las circunstancias políticas sufridas a la militancia activa. El estilo en su vertiente descriptiva, especialmente del ámbito rural, posee una gran riqueza terminológica; la narración en primera persona se alterna con la correspondencia de diversos personajes, ofreciendo complementarios acercamientos al relato. El realismo, la reflexión introspectiva, la crítica social e incluso un punto de intriga caracterizan estas páginas. La literatura, y hasta hace bien poco la legislación, entendía la violencia radical contra las mujeres como “crímenes pasionales”, ese velo romantizado , nos he impedido ver los matices de un drama cotidiano vivido en silencio, con resignación o justificado por una falseada concepción del amor y de las relaciones. La novela de Juana Gallego profundiza narrativamente en estos aspectos. Amanda, la protagonista vive una relación rutinaria con un hombre posesivo, que, desesperado, por la amenaza de perderla casi acaba con su vida. Este choque brutal con la realidad del desamor y la violencia, le hace rebuscar en los hechos velados de su propia familia, encontrando su pertenencia a un linaje de mujeres víctimas, como si de una maldición se tratara la línea de la sangre y la sangre vertida se confunden en una misma trayectoria. Descubrir qué le pasó a su abuela, y posteriormente a su tía, se convierte en el acicate para comprender su propia circunstancia, que excede lo meramente individual, al perpetuar una reiteración implacable. Los personajes masculinos también aparecen perfilados, no son monstruos, pero cometen monstruosidades. El fatal ensamblaje psicológico está bien trazado.
Muere una mujer nos acerca vivencial y literariamente a la violencia contra las mujeres, se lee de un tirón y deja un regusto amargo, por ello hace pensar, profundiza en los matices, desvela las trampas emocionales y alienta el rechazo.
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* Juana Gallego, Muere una mujer, Girona, Luces de Gálibo, 2021.