Lola Pater (2017)
Coproducción Francia-Bélgica
En cartel actualmente
Llegué a Lola Pater a través de El séptimo vicio, el veterano programa de cine emitido por Radio 3. Las voces servían de fondo, sin más, hasta que escuché el nombre de Fanny Ardant. Sus respuestas iban dibujando un relato que empezaba a interesarme. Indagué. La película, estrenada en Francia en noviembre del año pasado, no llegaría a España hasta el 13 de julio, tuve que apuntarlo en la agenda pues quedaba casi un mes por delante. Y allá fui, a perderme entre butacas –una tarde más propicia para aprovechar playa o piscina y dejar para la noche los espectáculos– con una respuesta de Ardant prendida en la memoria. “Claro que puedo interpretar el papel de una mujer transexual, venía a decir, y doy por hecho que a ellas se les llamará para ejecutar todo tipo de personajes femeninos.”
No esperaba menos. La actriz llena la pantalla, la vemos a ella, por supuesto, pero ella es Lola, ese padre que, buscándose a sí mismo, encontró una silueta de mujer y que perdió a su hijo por los vericuetos de la intransigencia; su presencia, tan sutil como convincente, se representa desde la sinceridad más absoluta, ya que Ardant, tal como proclama, se siente muy cerca del personaje. Nos creemos, pues, a la protagonista, pero también a un Zino (Tewfik Jallab) que necesita comprender y aceptar pero no puede prescindir, quizá, de los prejuicios y sobre todo del rencor alimentado por un ausencia tan dilatada como inexplicable hasta el momento.
Es lo que tienen los tabúes, obligan a un silencio que da origen al desamor y, si se prolonga, acaba cronificándolo. Aparte de eso, no encuentro mucha diferencia entre el rechazo que se escenifica aquí y el generado por cualquier síndrome de abandono paterno-filial. La respuesta emotiva es idéntica y su evolución –más que previsible– no se produce desde la comprensión del proceso, ni siquiera desde su aceptación ciega, sino recurriendo al incidente dramático, siempre tan socorrido para dar un vuelco a argumentos que han llegado a un callejón sin salida. Esto es así porque el guionista, Nadir Moknèche, no indaga demasiado en el proceso que experimenta el personaje, se limita a sugerir un drama personal teñido de fatalismo –un tanto trasnochado, por cierto– sin permitir que Lola deje al descubierto su alma ni apelar a una libertad individual tan incuestionable ya a estas alturas.
Un filme que puede recordar a otros muchos, pero al que hay que reconocer su impecable ejecución e interpretación, que promete una velada emotiva y cuyo mensaje implícito –no por evidente menos necesario– podría ser: “da igual lo que seamos, lo que importa es que estemos ahí”.