Lectio de Doctora Honoris Causa de Amelia Valcárcel
Rector Magnífico de la Universidad de Valencia
Dignísimas autoridades
Integrantes de la Comunidad Universitaria
Queridas amigas y amigos,
Señoras y Señores
Les agradezco hoy especialmente su acogida, amistosa y solemne, en estos venerables patios que me son queridos y familiares. Traigo en mi auxilio a Cervantes, del que celebramos centenario, para entrar con buen pie. Escribe: “Sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y el más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir a la orden de la naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante”. Y así pasa con estas palabras mías, que quisiera que pudieran rivalizar con vuestro don, aunque bien sé que no serán capaces.
Recuerdo ahora que la catedral de Salamanca guarda una capilla en la que, se dice, velaban toda la completa noche los futuros doctores hasta que sus padrinos pasaban a recogerles para optar al grado. Sea el cuento lo que fuere, el caso es que la capilla entera está ocupada por un yacente, sobre cuyos pies apoyaban los suyos los velantes, que los tiene gastados del uso, de manera que de ese signo se columbra que las veladas fueron muchas y largas. Para llegar hoy aquí, a poderles agradecer este 3 fenomenal gesto, la espera ha sido distinta, tanto que llamarla espera no le cuadra. Ninguna otra distinción que haya recibido o que aún me reste, que así bien sea, me obligará a hacer tanta memoria como ésta que hoy me concedéis.