Dos maternidades, una novela
Penelope Mortimer
Papá se ha ido de caza
Traducción de Alicia Frieyro
Ed. Impedimenta, Madrid, 2018
310 páginas
¡Qué maravilla de generación, la de las escritoras en lengua inglesa de mediados del siglo XX! Ya conocíamos, o hemos ido descubriendo en los últimos años, a Doris Lessing, Anaïs Nin, Lucia Berlin, Sylvia Plath, Edna O’Brien, Elisabeth Smart… y ahora, de la mano de una exquisita editorial española independiente, Impedimenta, le llega el turno a Penelope Mortimer, con la inolvidable El devorador de calabazas (1962; edición española, 2014) y Papá se ha ido de caza (1958).
Ruth Whiting, la protagonista de Papá se ha ido de caza, es uno de esos personajes que los escritores varones descuidaron, y que las escritoras, en cambio (Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, Clarice Lispector en sus mejores cuentos), ponen en primer plano, mostrándonos la agitada vida interior que puede esconderse bajo una superficie convencional: un ama de casa de clase media, de mediana edad, que ni siquiera es adúltera.
Como sucedía en un relato justamente célebre de Doris Lessing, “La habitación 19”, Papá se ha ido de caza nos presenta a un marido que trabaja en Londres y una esposa que “no trabaja” y vive, junto con los hijos comunes, en un chalé de las afueras, en el que papá pasa los fines de semana. Una fórmula que parece idílica… hasta que los niños crecen, se van de casa, y la madre empieza a mirar cara a cara al futuro. Pronto dejará completamente de ejercer de madre; carece de perspectivas profesionales; sabe que su marido (con quien se aburre, y él con ella) la engaña… Ojalá, piensa, tuviera nietos, porque de lo contrario, ¿qué la espera? “La casa estará vacía. Será invierno. Serás más vieja”…
Y he aquí que su hija se queda embarazada… En realidad, madre e hija no se llevan especialmente bien (el retrato agridulce de sus relaciones es uno de los aspectos más logrados de Papá se ha ido de caza), pero por la fuerza de las circunstancias, tienen que actuar de común acuerdo, adoptando una serie de decisiones difíciles, complicadas todavía más por la hipocresía reinante, por el infantilismo que una sociedad patriarcal atribuye a las mujeres, y por la falta de autonomía económica (ese aspecto del argumento coincide con otra maravillosa novela de la época, Diario de un ama de casa desquiciada, de la norteamericana Sue Kaufman).
Papá se ha ido de caza es el retrato de un microcosmos: la sociedad inglesa de clase media liberal de los años 50, con personajes muy bien observados y de gran potencial humorístico, como el novio de la hija o la señorita de compañía que cuida (en realidad, vigila) a la señora Whiting. Es también, al igual que El devorador de calabazas, una reflexión entre líneas sobre cómo se puede (o cómo no se consigue) encajar la igualdad y libertad de las mujeres con la maternidad. Y es sobre todo una deliciosa novela.