El equívoco de las setas
Lourdes Delgado Fernández
En catalán, a menudo usamos la expresión “aparèixer com un bolet”, es decir, aparecer como una seta. La idea es que de repente algo emerge por sí solo, espontáneamente, de la nada. Muchas historias presentan a sus “genios” así. Lástima que se olvidan que la seta es sólo un fruto. Para que aparezca, debajo, en la tierra, debe haber una amplia red de filamentos, el micelio.
Algo así ocurre en la exposición “Gráfica anarquista: Fotografía y revolución social 1936-1939”, pero en este caso, con una “genia”. La exposición propone un recorrido por el fondo fotográfico de la Oficina de Información y Propaganda que la CNT-FAI creó en Barcelona durante la Guerra Civil en su lucha contra el fascismo. Está dividida en tres partes, una de ellas dedicada a Kati Horna (1912 -2000), “la reportera incansable”, una fotógrafa húngara y desconocida hasta ahora para una mayoría de personas.
Hasta aquí todo bien; muy bien: los comisarios recuperan, visibilizan el trabajo de una fotógrafa. El problema es el texto, o mejor dicho, lo que no dice el texto. Por un lado, nos la presentan como alguien que se reinventa el género fotográfico de guerra: “sus reportajes […] se centraron en retratar íntimamente la vida cotidiana de la población en la retaguardia, lejos del canon fotoperiodístico del conflicto marcado por la espectacularidad del frente”. Cuando en realidad, Horna no podía retratar otra cosa porque no permitían fotógrafas en el frente. Por otro lado, tampoco nos la contextualizan respecto a su oficio. Como Gerda Taro, como Margaret Michaelis, como Marianne Breslauer, y todas las fotoperiodistas que conocemos hasta ahora que trabajaron en España en la década de los años treinta, estas mujeres eran extranjeras.
Para hacer historia con perspectiva de género, no se trata de hacer aparecer a las mujeres como setas sino de ahondar en el micelio. Kati Horna no era una buena fotoperiodista por la gracia de un carácter único y una espora megapotente. Kati Horna era una buena fotoperiodista porque había podido aprender el oficio en un país, que a diferencia del nuestro, a las mujeres se les permitía ser fotoperiodistas y ella lo había podido practicar lo suficiente como para llegar a crear un mundo visual propio.
Dicho esto y setas aparte, les recomiendo la exposición. Se encuentra en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona y dura hasta el 16 de mayo.
https://ajuntament.barcelona.cat/arxiumunicipal/arxiufotografic/es
(Para cuando reanude la actividad cultural)