Marta Pazos: “Antes se decía que no había directoras y lo que ocurre es que no tenemos las mismas oportunidades”
Nuestra habitación de invitadas siempre está lista para recibir a voces referentes del feminismo. Desde Clásicas y Modernas prometemos esforzarnos por ser buenas anfitrionas. Mira quién se ha hospedado recientemente: Marta Pazos(1976). Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona en la especialidad de pintura. Lleva más de 20 años de trayectoria profesional en el ámbito escénico como dramaturga, actriz y directora. El pasado 2007 fundó su propia compañía de teatro: Voadora.
Marta acaba de impartir un taller en el III Encuentro Internacional de Creadoras Escénicas que desde CyM organizamos en el marco del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Su masterclass ha consistido en ocho horas concentradas en una misma jornada, una experiencia que ella califica como “muy intensa” y “muy bonita”. Hemos aprovechado esta ocasión, una breve pausa de su estancia en Italia, para conversar.
Creaste la compañía Voadora justo antes de la crisis. ¿Cómo ha sido no solo emprender sino también sobrevivir en esos tiempos de importantes recortes culturales?
En verdad ha sido algo como muy orgánico y natural, porque no podemos separar el arte de la vida. Somos una compañía que ha nacido justo antes de Lehman Brothers, por lo que llevamos en nuestra naturaleza ir a contracorriente. Ha sido como un viaje: partimos de la oscuridad para ir hacia la luz. Nuestra felicidad por crear algo nuevo y nuestra energía positiva ha contrarrestado esa “mala” época. Lo más curioso es que nuestro primer trabajo abordaba el fracaso y fue un fracaso estrepitoso. Eso también ha hecho que en Voadora no seamos conformistas.
¿Qué aplicas de tu formación en Bellas Artes a tu trabajo escénico?
Creo que ahora las artes escénicas son como un todo. De hecho, estamos en un momento en que las artes están totalmente difuminadas. Yo siempre lo he vivido así, pero es más plausible en estos momentos. A mí me sirve para conformar una voz y un lenguaje propio que sigo desarrollando, porque concibo esto como un gran proyecto de investigación que se ha convertido en un proceso vital.
¿Cómo gestionas la conciliación personal y familiar cuando la vida de una artista es tan itinerante?
He tenido que desterrar la culpabilidad. Y no me comparo con otras familias, porque tengo la suerte de que mi pareja es tercera generación de actores y productores. Mis hijos han crecido así y no han conocido otra realidad. Yo intento estar muy presente cuando estoy y, también, cuando no estoy gracias a las plataformas del siglo XXI. Además, integro a mis hijos en mi trabajo. Por ejemplo, en la compañía marcamos nuestros propios ritmos y solo trabajamos en horario escolar.
Eres considerada una creadora vanguardista por las obras que llevas a escena. ¿Dónde encuentras la inspiración?
En la realidad. Lo cotidiano es mi mayor inspiración. En relación a lo que comentábamos antes sobre las artes, también me inspiran muchísimo la fotografía, la pintura, la danza, la novela gráfica… Siempre estoy atenta a la cultura pop y a las tendencias en música, porque influyen mucho en mis obras.
¿Crees que el teatro podría dejar de ser un espectáculo que conecte con las generaciones más jóvenes, las cuales están acostumbradas al consumo de cultura en otros formatos?
El teatro evolucionará con el ser humano, pero siempre será teatro. El hecho teatral pasará cuando una persona esté enfrente de otra persona. Es un acto como de tribu en cierto sentido. En esta época en la que tenemos fascinación por las pantallas también buscamos el calor que estas no nos dan. Por eso, creo que el teatro se transformará y se empapará del contexto histórico, pero su esencia de que una persona mira y recibe no se acabará nunca.
Te faltaba dirigir una ópera y lo has hecho este año con Je suis narcissiste. ¿En qué ha cambiado trabajar este género respecto de otros?
Cambia la mecánica, la relación con el tiempo de producción y que hay dos direcciones: una de escena y otra musical. El diálogo ha de ser muy fluido y esto es apasionante, porque son formas de trabajar que no había experimentado nunca. Es un reto respetar la técnica de los cantantes y, a su vez, llevarlos al máximo exponente escénico, a cosas creativas y frescas, a ese lenguaje que yo tengo.
Y ahora, ¿qué próximos desafíos te has marcado?
Justo estoy preparando otra ópera que estrenaré el 10 de noviembre. Se trata de una distopía sobre Cicciolina. Es un proyecto muy grande de la mano de la Real Filharmonía de Galicia. Ando metida en esta vorágine de estreno casi inminente mientras, también, estoy de gira con Hemos venido a darlo todo. Y, en breve, iré a impartir unos talleres a Costa Rica y a Guatemala.
Una de las líneas de trabajo más destacas en Clásicas y Modernas son las Temporadas de Igualdad en las Artes Escénicas, cuyo objetivo es reducir las dificultades que las mujeres profesionales de este ámbito encontráis. ¿Cómo ha sido tu experiencia en este sentido?
Todas las mujeres encontramos dificultades en mayor o menor medida. Reconozco que he tenido la fortuna de contar con compañía propia desde los 23 años, por lo que siempre he sido generadora de trabajo y, luego, como freelance he vivido en una burbuja porque siempre me he sentido apoyada por equipos con una perspectiva de género muy presente. Sin embargo, cuando salgo de esa burbuja, hay cosas. A veces, son detalles mínimos, pero ahí están. Por ejemplo, se suele entender que la dirección está estrechamente vinculada con la tiranía y yo justamente me rebelo ante ello, porque quiero dirigir desde el cuidado para alcanzar la excelencia, lo cual relaciono con una manera de hacer femenina.
Si de ti dependiese, ¿qué medidas tomarías para promover la igualdad en cultura?
Seguiría la estela del trabajo que se está haciendo con Temporadas de Igualdad. Hace unos años no era consciente de la situación hasta que vi estadísticas. Por ello, continuaría con esa visibilización y ese acompañamiento. Yo estoy muy agradecida, porque antes se decía que no había directoras y lo que ocurre es que no tenemos las mismas oportunidades que los hombres. Hemos de poner el foco en ello y ocupar nuestro lugar para que se identifiquen las voces femeninas como sucede con las masculinas.
Por último, ¿qué mensaje te gustaría dejar para la próxima generación de mujeres como legado?
Me gustaría transmitir esperanza y luz, así que dejaría un mensaje de sororidad: hemos de esforzarnos por crear una fuerte red entre nosotras que permita desarrollarnos. Estoy muy agradecida a las mujeres que lo han hecho antes que yo y, ahora, quiero que las que vengan después de mí tengan una solidez para trabajar desde el disfrute y no desde la lucha.