Salvaje y deslumbrante Virginia Woolf: «No odio a los hombres, no pueden herirme»
Publicado originalmente por El Confidencial el 4/12/17.
«Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural. Sin este poder, la tierra sin duda seguiría siendo pantano y selva. […] Sea cual fuere su uso en las sociedades civilizadas, los espejos son imprescindibles para toda acción violenta o heroica. Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse». En 1928, el año en el que Inglaterra aprobó el sufragio femenino, Virginia Woolf impartió una serie de conferencias en los ‘colleges’ de mujeres de Cambridge para hablar a las alumnas del papel de la mujer en la sociedad y en la literatura. Y de allí salió un año después ‘Una habitación propia’, uno de los ensayos más icónicos y subversivos de la británica, pluma afilada y azote del patriarcado que este 7 de diciembre llega al Teatro Galileo de Madrid de la mano de la dramaturga María Ruiz y la actriz Clara Sanchis en el papel de la escritora.
«No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme. De modo que, imperceptiblemente, fui adoptando una nueva actitud hacia la otra mitad de la especie humana. Era absurdo culpar a ninguna clase o sexo en conjunto. Las grandes masas de gente nunca son responsables de lo que hacen. Las mueven instintos que no están bajo su control». Palabras escritas hace casi 90 años pero que siguen de actualidad, tal y como atestigua el éxito de una obra de tal contemporaneidad que ha agotado las localidades a su paso por el Pavón y el Teatro Español. «Es que Virginia Woolf tiene un pensamiento deslumbrante», elogia Sanchis. «Una mujer con un enorme sentido del humor y al mismo tiempo lo que pone encima de la mesa es el veneno de la desigualdad. Lo que más me llamó la atención de ella fue su sentido del humor. Bueno, lo conocía por ‘Orlando’, que es muy divertido, y sabía que era una salvaje, porque era alguien que se salía de los raíles».
El título de la obra nace de uno de los pensamientos sobre feminismo más revolucionarios de la época y que, todavía hoy, sigue levantando cejas escépticas: la igualdad sólo llegará cuando haya igualdad económica: «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas». «Yo creo que la gran modernidad del discurso de Virginia de 1928 fue que, por fin, se atrevió a hablar de dinero, porque es tan perverso el mecanismo del patriarcado y del machismo y lo tenemos tan inoculado todo —y todas—, que se ha ido construyendo de una manera casi perfecta para nuestro sometimiento», analiza Sanchis. «Fue revolucionario que llegara una mujer y dijera: ‘Vale, hablemos de literatura. Pero si una mujer no tiene dinero y una habitación propia no puede hacer nada’. Las mujeres no tenían su habitación, vivían en el salón. Y en el dormitorio del hombre. Y eso las mujeres de clase alta, que algo podían hacer».
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