Ya lo pensaré mañana- Cuando amábamos a Virginia Woolf
Los datos no dejan lugar a dudas y se pusieron negro sobre blanco en las conclusiones del Encuentro ‘Mujeres en el Cine Español’, celebrado durante el Festival. En todo el año 2016, solo el 16,1% de las películas producidas en España fueron dirigidas por mujeres “y, además, su presupuesto global queda todavía lejos de esta cifra”, según dicho documento. El Foro concluyó también denunciando que “la ley orgánica para la igualdad efectiva aprobada en 2007 no se cumple, ni en el ámbito de la industria, ni en los festivales de cine, ni en las instituciones educativas, ni en los medios de comunicación”. ¿Todavía a estas alturas hay que justificar el asunto de las cuotas? ¿O sería mejor mirar para otro lado como si el tema de la igualdad solo tuviera que ver con el 50% de la población a la que afecta?
Una de las conclusiones que destacaría del informe es la que aboga por la participación y la implicación de los hombres “en las luchas por la igualdad en todas las esferas profesionales, en todos los ámbitos de la educación y en los medios de comunicación”. “En consecuencia –expresa el documento— nos parece imprescindible que, en todos aquellos foros y encuentros convocados para analizar la presencia de las mujeres en los diferentes ámbitos del audiovisual, participen activamente también los hombres con responsabilidad en las áreas implicadas”. No puedo estar más de acuerdo; aún hoy, hace cinco minutos como quien dice y a la puerta del cine, discutía sobre este asunto: la falta de implicación de los hombres con responsabilidades en la cultura en la perspectiva de género.
Este festival está siendo modélico en cuanto a la presencia de la mujer. El hecho de que una gran parte de las películas a concurso estén realizadas por mujeres y que sus protagonistas lo sean también introduce su visión, su mirada sobre el mundo y pone sobre la mesa cuestiones sobre las que se suele pasar de puntillas. Películas como la brasileña ‘Como nuestros padres’ ponen el foco de lleno en los cambios que una sociedad necesita para las mujeres puedan ocupar de verdad, y más allá de las leyes que no se cumplen, su papel en pie de igualdad con el hombre y esos cambios exigen otros cambios en la mentalidad masculina.
Cuando en la post adolescencia comenzamos a amar a Virginia Woolf recuerdo una frase que se hizo un lema en nuestro grupo: si los hombres la leyeran, entenderían mejor a las mujeres. Durante este festival, me estoy acordando mucho de esa frase. Y me pregunto, ¿estarán siendo conscientes mis compañeros de butaca de las oportunidades de ampliar la mirada que ofrece?
Fuera, las cosas siguen más o menos igual. Siguen las denuncias por abusos sexuales en Hollywood. Aquí, una mujer hospitalizada tras una paliza de su excompañero y un juez en Portugal que justifica los malos tratos a otra mujer porque era adúltera. No, no lo he soñado, no he viajado en el tiempo mientras estaba en el cine y he salido cuarenta años atrás, o en la Edad Media. Es hoy. La vida real. Y aún muchos creen que el feminismo es una cosa del pasado, y que las cuotas no son democráticas.
Vuelvo al cine.